Parte de la idiosincrasia panameña, y de Centroamérica en general, es el tener una creatividad sin límite ni filtro a la hora de ponerle nombre a los hijos. No importa si lo leíste en un aviso en una revista o en un cajón de mangos, si es la mezcla entre el segundo nombre de la abuelita y la marca de tu auto, o si es tu plato favorito de la comida china…. Todo vale cuando se trata de tu adorado retoño. Yo sé que en Chile es igual, y de hecho ya les he comentado del grupo de médicos en facebook “yo tuve un paciente con nombre chistoso”, pero acá es ridículo. (Aunque nadie le gana al maestro Kem Piña, de Antofagasta)
De muestra, un botón. Con sólo una mirada rápida al organigrama de Alico Panamá, puedo dejarles este listado, con puras joyitas (si quiere convertir esto en un juego divertido, trate de adivinar si son nombre de hombre o mujer):
Ilich
Sugey
Annalaine
Rinelsa
Yanisset
Dalis
Dalvis
Rejane
Shayra
Sheer
Lencia
Jarrison
Ibeth
Sadia
Jesthany
Ekaterina
Y mi favorito, y nuevo nombre artístico… Zuyitza!!!
Y claro, como la herencia “cultural” gringa es extensa por estos lados… las mujeres no tienen apellido. Son “de (apellido del marido)” o sea, mi mamá se llamaría Paulina de Ripamonti.
Me acordé de la época de campaña en que te llamaba una grabación de “Estela de Lavin”…. Macabro, esa vaina sí que no va conmigo.
Y bueno, también están las deformaciones de nombres de lugares, al estilo “Lord willow” (los vilos, según la leyenda popular). Por ejemplo, uno de los corregimientos de la ciudad se llama perejil, porque por ahí vivía alguien llamado Perry Hill, y el de Arraiján se llama así porque desde las esclusas de Miraflores, está “at right hand”.
Habiéndome burlado suficiente de los nombres por hoy (aunque creo que nunca es suficiente), paso a una nueva crítica de cine. Anteayer me invitaron al cine a ver “the book of Eli” (acá le pusieron “el libro de los secretos”). Fui con mi amigui Silvia, panameña, y su marido y sus cuñadas, que son ecuatorianos. Comimos pizza (en sbarro! Se acuerdan que existía en Chile? Se me había olvidado lo rico que era), y de ahí fuimos a la película. Esta vez fui preparada, y llevé chaleco… igual me congelé, no hay caso. Y gracias a Silvia descubrí la chanchada de cine máxima: popcorn mixto. Esta bestia se come un tarro gigante de cabritas que no sólo son dulces y saladas, sino que son las con mantequilla, mezcladas con las de caramelo. Reconozco que las probé, y son ricas, pero no hay hambre en el mundo que me haga comprarme voluntariamente ese adefesio. (apuesto que a algunos les encantó la idea… sé quiénes son, puercos!)
La película era esta de Denzel Washington, que es onda post-guerra-nuclear-que-arrasó-con-todo, y el tipo anda por ahí con un libro y una misión. Malena la cuestión, aunque tiene unas peleas bien güenas… pero para pillarla en el cable, si es que.
Mañana me voy a Taboga (se cambió y es mañana, no el domingo), así que se viene foto relato de ese trip.
Adios!
Oporelamordedios demando testimonio gráfico de tales identidades!!!
ResponderEliminarQUIERO ESAS CABRITAS NAU!
ResponderEliminar@Mona: trust me, you don't
ResponderEliminarno me gusta las cabritas con mantequilla, al igual que con jalowin, no lo lograran conmigo gringos CSM!!! Las cabritas, con azúcar!!!
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